Nada me resulta curioso, salvo el hombre
Angel Cabrera
Desde el 19 de mayo, cuando Froilán de Lózar me propuso escribir sobre una curiosidad personal, llevo dándole vueltas a este escurridizo tema. ¿Sobre qué escribiría? Y la cosa se me hizo harto difícil. Nunca pensé que un asunto podría ser tan escurridizo. Cómo, yo, que alardeo de mi constante curiosidad, de que me atrae casi todo tipo de temas, descubría sorprendido que prácticamente nada me había sorprendido en realidad. Como se podía sentir tanta curiosidad, tanta necesidad de saber y no sentir sorpresa por nada. O casi nada.
El comportamiento de los hombres y su constantes contradicciones. Esto es lo que verdaderamente me asombra cada día. Deja mi boca abierta, sorprendida, estupefacta. El hombre, entendido como ser, como individuo en su totalidad, capaz de las aberraciones más terribles y de los actos heroicos o las expresiones de amor más impresionantes. Esa es la curiosidad vital que ha motivado siempre mi necesidad de respuestas para un por qué escurridizo referente a nuestros actos. En especial por qué los hombres sienten fe ciega. Me sorprende igualmente como justificamos ese lado oscuro del alma, de los instintos: la usura, el comportamiento miserable, la falta de solidaridad, la ausencia de empatía con quien tenemos cerca y sufre.
Siento curiosidad, sí, pero nada me resulta curioso. Salvo el hombre.
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Amigo Ángel, me ocurre algo parecido y aprovecho tu post para demostrar que hacemos alusión a lo mismo, con el recuerdo de un artículo que yo publiqué en prensa hace ya más de una década.
ResponderEliminarGracías por abrir esta sección. Un abrazo desde Bilbo
El hombre es el motor del mundo. Sólo o coaligado con otros, el hombre inventa historias que estremecen, aparatos que impresionan, poemas que nos trasladan a otra dimensión diferente. El hombre y la mujer son los inventores de las máquinas. Y de las emociones. Muchas personas se han dejado alma y corazón a lo largo del tiempo intentando allanar el camino para los demás, buscando medicamentos para las plagas. Tanto hemos avanzado que se ha tomado como rutina el complejo acto de hacer latir un corazón de otro en tu pecho.
El hombre ha paseado por el espacio, ha llegado a las profundidades marinas, ha puesto en órbita satélites inteligentes que hoy ya comienzan a influir en nuestras vidas.
Pero la leyenda de la Biblia es una constante en la vida diaria. Caín y Abel, o el hombre contra el hombre; o el hombre contra su invento, matando indiscriminadamente animales, talando bosques, reivindicando patrias a través de la muerte, vertiendo residuos peligrosos a los ríos...
"El hombre contra el hombre: Ir al artículo completo"
Lo curioso, como tú dices Ángel, son las acciones del hombre, no el hombre propiamente dicho.
ResponderEliminarA fecha de hoy "esas acciones" brillan por sus pesimismo.
Un saludo
Gracias por la oportunidad Froilán, ha sido un verdadero placer y a un tiempo un auto-descubrimiento, no sé si bueno o malo. Pero es cierto, me siento un espectador, de mí mismo y de los que me rodean. Y para mí, nuestro compartamiento como humanos, colectiva o individualmente, es un absoluto misterio. Quizás el más interesante de todos.
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