La cápsula está construida de manera que el material de su interior -un ordenador, dos cedés, y un disco duro- resucite entonces en perfecto estado para celebrar el 300º aniversario del Plan Cerdà. Según parece, abundan las proclamas medio- ambientales, el deseo de tener una ciudad más solidaria, edificios más ecológicos, personas más cívicas, y proponiendo que se mantenga ese espíritu abierto que ha convertido Barcelona «en una esponja de culturas de todo el mundo». Hay otros, en cambio, que huyen del tópico y añaden un punto de ironía y humor. Desde los que aventuran una ciudad en la que cada vecino tenga una paloma en casa como mascota, por culpa de la superpoblación de la especie; los que preguntan por las obras de la Sagrada Familia o si el Español habrá ganado por fin una Liga; otro que pone un piso a la venta en la calle Balmes con la nota: «Razón: mis tataranietos»; el ocurrente que suelta la broma de «tonto el que lo lea» y olvida que ese tonto estará vivo y él ya no. Los visionarios también tienen su espacio. Uno prevé que la Gran Vía irá «de Tarragona a Girona» y otro dice que los aviones aterrizarán pronto en la Diagonal. En el colmo del suspense y del buen humor, un tal John Locke ha enviado un mensaje diciendo que en 2159 seguirá sin conocerse el final de Lost. Para acabar, una pregunta difícil: ¿Escribirá el Diario Palentino en 2159 un artículo sobre la cápsula cuando se abra, explicando su contenido? Quién sabe. En cualquier caso, la pena -más allá de que no envié el mensaje en su momento-, es que tampoco nos íbamos a enterar…