No pudieron arrebatar a sus hijos de las garras de la muerte.
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Ellas no sabían casi nada y no podían comprender lo poco que sabían. Por qué, en Entrevías, a principios de los ochenta, el hachís desapareció de las calles como por ensalmo. No, chocolate no hay, pero tengo una cosa mucho mejor, mira, toma, prueba esto, te lo regalo, póntelo y ya me dices… Así, los chicos y chicas que fumaban porros los fines de semana se convirtieron en yonquis de la noche a la mañana. Así, el barrio más radical, más luchador de Madrid, la zona de Vallecas donde la policía de Franco ni siquiera se atrevía a entrar durante los últimos años de la dictadura, se convirtió en un infierno para sus vecinos, un oasis de la paz más cruel para un Estado al que el caballo le hizo gratis el trabajo sucio. El sida remató la faena de neutralizar la combatividad de una generación de jóvenes que murieron antes de llegar a la madurez. Aquello fue un genocidio, dicen sus madres. Es difícil llevarles la contraria, porque ahora sí saben de lo que hablan. Muchas perdieron un hijo, muchas dos, algunas tres, cuatro, y una hasta seis, todos los que tenía, en aquella batalla.
Ellas no sabían casi nada y no podían comprender lo poco que sabían. Por qué, en Entrevías, a principios de los ochenta, el hachís desapareció de las calles como por ensalmo. No, chocolate no hay, pero tengo una cosa mucho mejor, mira, toma, prueba esto, te lo regalo, póntelo y ya me dices… Así, los chicos y chicas que fumaban porros los fines de semana se convirtieron en yonquis de la noche a la mañana. Así, el barrio más radical, más luchador de Madrid, la zona de Vallecas donde la policía de Franco ni siquiera se atrevía a entrar durante los últimos años de la dictadura, se convirtió en un infierno para sus vecinos, un oasis de la paz más cruel para un Estado al que el caballo le hizo gratis el trabajo sucio. El sida remató la faena de neutralizar la combatividad de una generación de jóvenes que murieron antes de llegar a la madurez. Aquello fue un genocidio, dicen sus madres. Es difícil llevarles la contraria, porque ahora sí saben de lo que hablan. Muchas perdieron un hijo, muchas dos, algunas tres, cuatro, y una hasta seis, todos los que tenía, en aquella batalla.
Almudena Grandes
Escritora
Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2011 por Inés y la alegría
Última actualización: Feb2025 | 359👀
SOBRE ESTA BITÁCORA

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