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Candelas Hontiyuelo, Inmemoriam


A Candelas Hontiyuelo


Excofrade de El Dulce Nombre, In memoriam


Decía Vicente Aleixandre: “Dime cómo amas y te diré quién eres”. Caminamos solos o acompañados, amamos mucho, poco o nada; elegimos amigos o ellos, antes, nos eligieron. La vida transcurre dilatada para unos, breve para otros; vivimos de prestado, no podemos añadirle ni un minuto a nuestro destino. En el primer caso, si ésta es o fue larga, es posible que durante ese largo recorrido, entre miles de personas, hayamos encontrado a aquellas que desde ese momento ocuparán nuestro corazón. Y nace la alegría en el alma: Tuvimos suerte porque “un amigo es el mejor tesoro”, o, “quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro”.

Son muchas las personas que lloran tu muerte, Candelas. Y entre ellas, lo sabes bien, quienes estuvimos a tu lado compartiendo tu ilusión por el Niño del Dulce Nombre, la cofradía que te empeñaste en sacar adelante con fe, trabajo, fuerza de voluntad y…dinero. Sí, que yo he visto los vales por importe que me callo, pues la ruina amenazaba con llevarse por delante casa-palacio, documentación, poca, bien es verdad, pero que demostraba los orígenes y el nombre de los donantes que muchos años atrás fueron fieles devotos del NIÑO. De su mano estás recorriendo el camino hacia la casa del PADRE, Candelas, ¡qué suerte, amiga! Y, estoy bien segura de que le irás contando muchas cosas; sí. Las que te llevaron hasta los altos muros de la alegría más plena y bajar, con paciencia y lágrimas, la cima dolorida de la ingratitud y crítica destructiva, esa que hacen los cobardes, por la espalda, puesto que no tienen razones convincentes que aportar para convencer y disfrutan viendo cómo el daño que soñaron llega a su destino. Y, aquí viene tu contrapartida, amiga querida. Sacaste fuerza del dolor, pusiste tanto amor en tu empeño que, poco a poco, conseguiste recuperar la fuerza y la sonrisa de aquella gran mujer que siempre fuiste, dispuesta a torear el mal tiempo con el capote de la transparencia, llamando vino al vino, pan al pan y haciendo germinar en tu corazón, y en el quienes participamos de tu empeño, la esperanza más hermosa que brota de la paz que nace desde el perdón. Por eso, Candelas, comenzaba esta despedida con los versos de un buen amigo al que quise porque, también, como tú, merecía ese cariño. Y con otros voy a terminar, porque no quiero robarte un minuto más de esa conversación que, imagino y me alegra, tienes con nuestro querido NIÑO del Dulce Nombre de Jesús:

“Haciendo, haciendo,
se hace lo malo.
Haciendo, haciendo,
se hace lo bueno. 

Haciendo, haciendo,
lo que se hace,
ya queda hecho.

Haciendo, haciendo
se va observando
y se va lejos.

Haciendo, haciendo,
la vida avanza.
Y, al haber hecho,
hay esperanza…


Con todo mi cariño, deseo que la paz te llene y te dé Dios cuanto mereces.
 
Última actualización, Feb2025 | 469👀




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