La primogénita Isabel de Trastámara
El nacimiento de Isabel, la primogénita de los Reyes Católicos (23 de agosto de1470-1498), que vio la luz en Dueñas, en el palacio de los Buendía, cuando su madre aún no era reina, colmó de alegría a sus padres y fue jurada décima Princesa de Asturias a los cinco años por las Cortes, en Madrigal, pero cuando contaba 8, nació su hermano, el ansiado heredero varón don Juan fue jurado en Cortes y ella pasó a segundo lugar en la sucesión porque había sido nombrada por defecto de varón.
Don Juan contrajo matrimonio con Margarita de Austria. El heredero tuvo desde su nacimiento salud enfermiza y falleció a los seis meses de la boda. Dejó a su mujer embarazada, pero ésta perdió al hijo no nacido. Isabel recobró el título de Princesa de Asturias, y la importancia debida como heredera. La joven Isabel había sido pretendida por Maximiliano de Austria, pero la reina buscaba la concordia con el vecino Portugal y aquella proposición no fue aceptada. Resultaba del agrado de los Reyes que la princesa Isabel fuese prometida al heredero de Portugal. Escribe de ella Pedro Martín de Anglería de Anglería que Isabel era “princesa piadosa y prudente, fue muy amada por sus padres y por las personas que la conocieron. Por obediencia casó dos veces, ambas en Portugal”; la primera vez con el heredero, don Alfonso, hijo de Juan II y la segunda con don Manuel el Afortunado. La reina Isabel quiso que las hijas recibiesen una educación esmerada. Deseaba que en sus hijos se cumpliesen los ideales del Renacimiento: el príncipe debía ser “sabio, benevolente y piadoso que haría la felicidad de su pueblo por sus conocimientos y su equilibrado espíritu de justicia”. Isabel fue prometida al heredero luso, don Alfonso y, acompañada de su madre, se dirigió a la raya de Portugal para cumplir con los protocolos precisos. Firmadas las capitulaciones, los desposorios tuvieron lugar en Sevilla el 18 de abril de 1490. Hubo gran alegría y festejos populares para celebrar tan magno acontecimiento. Según los Cronistas, don Fernando tomó parte en los torneos y quebró muchas varas. Desde Sevilla se trasladaron los novios a Estremoz. Allí, de nuevo, se festejó la unión de Isabel con el Príncipe portugués, y los agasajos y las fiestas fueron de tal grandeza que, así lo reflejan las Crónicas, las cuales jamás se hicieron a otra Reyna.
La suerte no acompañó. El 12 de julio de 1491, don Alfonso, apenas transcurrido un año de la boda, cayó de su caballo que iba lanzado al galope y falleció. Viuda y sin hijos, la joven Isabel regresó a Castilla triste y enlutada para vivir con sus padres. Su carácter y las múltiples virtudes que la adornaban hicieron de ella una mujer amada por cuantos la conocían. Al quedar viuda, escribe Pedro Martín de Anglería, “no quiere conocer a ningún hombre y renuncia a unas segundas nupcias”. Sin embargo, más adelante, obedeciendo dócilmente a sus progenitores, tomó por esposo a don Manuel I el Afortunado. Tampoco duró mucho la felicidad ya que la reina de Portugal murió con 28 años al dar a luz al infante don Miguel, quien sobrevivió a su madre pero murió antes de cumplir dos años. Dicen que, de todas las hijas de la Reina, Isabel era quien más se asemejaba a su madre por su carácter, religiosidad y espíritu de sacrificio.
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