A perro viejo no hay tus tus
Poco se diferencia el sentido de este proverbio del sentido del que antecede: enseña que al hombre experimentado y cuerdo es muy difícil engañarle. Además de usarlo Sancho Panza en el pasaje últimamente copiado, lo usa también al oir que para la salud de Altisidora habían de sellarle el rostro con veinte y cuatro mamonas y doce pellizcos y seis alfilerazos en brazos y lomos. «Voto a tal exclama, así me deje yo sellar el rostro como volverme moro. ¡Cuerpo de mí! ¿Qué tiene que ver manosearme el rostro con la resurrección de esta doncella?
—Regostóse la vieja á los bledos (núm. 102)
Encantan a Dulcinea y azótanme para que se desencante: muérese Altisidora de males que Dios quiso darle, y hánla de resucitar (con) hacerme a mí veinte y cuatro mamonas; y acribarme el
cuerpo a alfilerazos, y acardenalarme los brazos a pellizcos. Esas burlas a un cuñado, que yo soy perro viejo y no hay conmigo tus tus.
Avellaneda antes que Cervantes (puesto que los dos pasajes citados pertenecen a la Segunda parte del Quijote, había puesto ya en boca del contrahecho Sancho este mismo proverbio:
—No hay sino armarme caballero, que no sufro burlas, y a perro viejo no hay cuz cuz.
En la Colección del Marqués de Santillana ofrece este refrán la singularidad de no llevar la negación:
—A perro viejo, tus tus.
En la Colección de Zaragoza y en el Diálogo de las lenguas se elude el verbo:
—A perro viejo, no cux cux.
Iriarte lo escribe lo mismo que Cervantes:
—A perro viejo no hay tus tus.
La Academia, además de la lección de Iriarte, sanciona también la siguiente de Núñez:
—A perro viejo, nunca cux cux.
El mismo concepto expresa el siguiente refrán, calificado de frase por la Academia:
—Pájaro viejo no entra en jaula.
—Regostóse la vieja á los bledos (núm. 102)
Encantan a Dulcinea y azótanme para que se desencante: muérese Altisidora de males que Dios quiso darle, y hánla de resucitar (con) hacerme a mí veinte y cuatro mamonas; y acribarme el
cuerpo a alfilerazos, y acardenalarme los brazos a pellizcos. Esas burlas a un cuñado, que yo soy perro viejo y no hay conmigo tus tus.
Avellaneda antes que Cervantes (puesto que los dos pasajes citados pertenecen a la Segunda parte del Quijote, había puesto ya en boca del contrahecho Sancho este mismo proverbio:
—No hay sino armarme caballero, que no sufro burlas, y a perro viejo no hay cuz cuz.
En la Colección del Marqués de Santillana ofrece este refrán la singularidad de no llevar la negación:
—A perro viejo, tus tus.
En la Colección de Zaragoza y en el Diálogo de las lenguas se elude el verbo:
—A perro viejo, no cux cux.
Iriarte lo escribe lo mismo que Cervantes:
—A perro viejo no hay tus tus.
La Academia, además de la lección de Iriarte, sanciona también la siguiente de Núñez:
—A perro viejo, nunca cux cux.
El mismo concepto expresa el siguiente refrán, calificado de frase por la Academia:
—Pájaro viejo no entra en jaula.
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