Edén en Larraona, Navarra

Templo de San Cristóbal

El entusiasta viajero que se mueve para ver, estudiar e intentar comprender el arte sacro del Románico, se puede encontrar confundido y defraudado cuando se enfrente a este templo humilde navarrico de San Cristóbal en Larraona. Le aconsejaría que hiciese lo que yo hice: penetrar en su interior y preguntar. Así les hice descubrir lo mejor, la joya escondida que alberga.


Porque aunque, aparentemente, pasa desapercibido tras su reconstrucción en siglo XVI, hay que contemplar, desde el interior, la portada románica reubicada en la capilla cerrada del muro sur.


Se trata de una portalada de medio punto enmarcada por arquivolta con figura en el chaflán y sostenida por estatuas en sus dos columnas en la que la de la derecha, según el observador, es San Pedro con sus llaves


y la de la izquierda, Judas con bolsa de monedas al cuello.


Lo anterior, ya me propuso una idea de la simbología que hay que leer en su arquivolta.

Expertos y diversas publicaciones confiesan la dificultad de su lectura y algunos hasta la proponen como una representación de adiestramiento en cetrería (¿?). Yo, perrito visitante en aquella Semana Santa de 2011, tuve mi particular interpretación.


Humildemente, sometido al arnés de mi mascota y con el subjetivo punto de vista que tenemos los pasantes de estos leguleyos, os voy a contar mis impresiones:

De izquierda a derecha, la primera dovela muestra a un hombre con maza arrastrando de los pelos a otro.


El arrastrado por los pelos es el presunto ladrón de su gallina


y de su caballo al que ha cambiado los herrajes.


El presunto ladrón se disculpa, niega la acusación y está dispuesto a demostrarlo sometiéndose a una ordalía.


siempre que sea presidida por un juez imparcial por encima de la arquivolta


Para la primera prueba del robo de la gallina lo someten a la ordalía de la verdad, introduciendo los brazos de acusador y acusado en la boca de un león. ¡ Prueba superada!.


En la segunda, sobre el robo del cuadrúpedo, deberá atravesar un suelo con ascuas vivas que supera en su inocencia declarada, con la licencia de darse pomada en la planta de los pies.


Y hasta aquí, estos ladridos míos que os invitan a visitar ese templo y proponer vuestras impresiones en la lectura de esta arquivolta espectacular de un templito navarro que, discretamente, esconde una perlita del románico español.