En abril de 1882, Benito Pérez Galdós firma en Madrid un cuidado prólogo a una de las obras de José María de Pereda. Pereda nace en 1833 en Polanco, localidad cántabra que limita con Suances y Santillana del Mar, carlista, como nuestro Diputado de Verdeña Matías Barrio y Mier. “De todas las de España que no tienen dialecto propio, y aun exceptuando entre las que le tienen, únicamente aquellas en las cuales se habla vascuence, la de Santander es, a no dudar, la que más desnaturaliza y afea el castellano en su lenguaje común.”
Sus paisanos, seguramente, le odiarían por esto, si alguien lo pusiera hoy a rular en las redes, no importa la páginas memorables de costumbres que escribiera, impresionando vivamente el ánimo de su famoso prologuista, ni aquella admirable destreza para reproducir lo natural. Pero es curioso el alcance que llegaron a tener las obras de aquellos escritores costumbristas, con ediciones reducidas, hablando/escribiendo de lugares desconocidos, de pueblos incomunicados, de gentes anónimas, que apenas habían salido de aquel círculo donde la naturaleza y los bosques cercanos ya les brindaban todo lo necesario para colmar su sed de aventuras.
Algo trabajé en mi faceta de cantautor en las poesías de Gabriel y Galán, algo he leído de Ramón Gómez de la Serna, impulsor del género conocido como greguería, algo de Mariano José de Larra, y algunos más cercanos como el leonés, de Villafranca del Bierzo, Enrique Gil y Carrasco, o el cántabro Manuel Llano. Miguel de Unamuno, dijo a propósito de Manuel Llano: "Llano tiene más y mejor que el conocimiento de la lengua castellano-montañesa, tiene el sentimiento de ella". Este cántabro, de Cabuérniga, valle de artesanos y pastores, amigo de Gerardo Diego, guiado por José María de Cossío y matado por la guerra, ganó el concurso del Ateneo de Santander con "Tablanca, mitos y leyendas populares recogidas de la tradición oral", lo que le abrió las puertas de las tertulias y el encuentro con los autores de su tiempo.
En general, autores que escribieron por amor al arte, algunos con una vida efímera, como Llano, que murió a los 38 años. Muchos, desconocidos más allá de sus círculos. Creo que todos, implicados en recoger, estudiar y expandir el patrimonio que encontraron.

LA MADEJA
Cada viernes en la tercera de Diario Palentino
Una interesante visión, esta de los autores costumbristas que relatan historias de sus tierras de origen, algunas de ellas recogidas a pie del hogar de algunos de los habitantes de estas tierras que les vieron nacer y crecer. Y esta comarca de nuestra Montaña Palentina, pegada muy mucho a la Cántabra, sabe bien de este tipo de escritores, habida cuenta de que las leyendas, las tradiciones, las formas de proceder correrían parejas en su momento. Saludos.
ResponderEliminarLa Madeja de hoy recuerda a diferentes autores, como Benito Pérez Galdós, José María Pereda, Gabriel y Galán, Gómez de la Serna, Larra, Gerardo Diego…, a los que leí o estudié en el bachillerato, y otros como el leonés Enrique Gil y Carrasco, o el cántabro Manuel Llano, de los que no tenía conocimiento, si lo tengo del diputado Barrio y Mier, un palentino ilustre que supe de él gracias a que figura su nombre en una céntrica calle de Palencia.
ResponderEliminarInteresante el informe de José María Pereda sobre el dialecto montañés que envió a la Real Academia en 1875, cuando Santander era el Mar de Castilla, 42 años después de que Javier de Burgos, en 1833, dividió a España en 43 provincias.