Engañados

Después está el engaño permanente al que nos someten todos desde todas partes. A partir de los 65 años y para asegurar que se mantiene intacta la capacidad para ciertas actividades, se reduce el periodo de vigencia del permiso de conducir, pero en cambio, cada vez con más encono, te obligan a trabajar hasta los 67 años. Para eso no has perdido facultades ni fuerzas.

Lo de los okupas solo pasa en este país. Si un okupa entra en tu vivienda ya sabes que estás jodido. Te has hipotecado para pagarla, lo tienes firmado ante notario, cada año pagas los tributos correspondientes, el seguro, el agua, la luz, la comunidad. Nadie te ha regalado una vivienda ni a ti se te ha ocurrido entrar a saco en la vivienda de otros. Pero si tienes la mala suerte de que un okupa (que los hay y cada día son más) entra en tu casa, date por jodido. Y que nadie piense que a él no le puede pasar.

Pero es curioso. Quienes nos defienden, que son los mismos que nos están inoculando veneno poco a poco, ya te aseguran que no pueden hacer nada. Los políticos que los jueces; los jueces que los políticos, la cosa es que el problema crece y amenaza con la necesidad de armarse hasta los dientes y si no salen, pues a tiro limpio. Eso sí, tienes siempre las de perder. Si disparas, si matas en defensa propia, cárcel, aunque te muelan a palos, aunque sea en tu propia casa. Es mejor que te dejes matar, que ellos son profesionales y entran y salen de la cárcel como Pedro por su casa.

Dice el peregrino que la verdad es poderosa y prevalece, y como todo está inventado a uno le puede servir una sentencia que se atribuye a Thomas Jefferson: “La experiencia ha demostrado que incluso bajo las mejores formas de gobierno, los encargados del poder, con el tiempo y por operaciones lentas, lo han pervertido en tiranía.”