Verónica Undurraga, en un artículo para obtener el grado de Doctor en Historia en la Pontificia Universidad Católica de Chile, aborda el honor, la masculinidad y los duelos de espadas en el siglo XVIII chileno. Allí expone el caso del peluquero Pedro Carrera y el médico Vicente Martres, ambos de nacionalidad francesa, quienes alquilaban habitaciones cerca de la calle de los Baratillos. Lo cierto es que se abre, lo que califica la autora como "un sustancioso pleito judicial" contra Carrera, por el homicidio de su paisano y compañero Vicente, ocurrido durante un duelo de espadas. En este proceso judicial se encuentran numerosos franceses que constituyeron en aquel país como una "microsociedad" con sus normas y transgresiones. El duelo que se cita tuvo lugar en "La Cañada", la noche del 10 de abril de 1752. 
La autora se pregunta qué circunstancias les conducen al duelo, soslayando otras vías de solución como la justicia, enfrentándose dos sujetos cuyos oficios tendrían un precario prestigio social. Pedro, el peluquero, le había contado a Joachim Josep Telles, compañero de oficio, con quien también compartía el cuarto donde vivía, que se había sentido molesto porque le había llamado "picaronazo", adjetivo aumentativo de pícaro, que según el Diccionario de Autoridades, evocaba aquello que era "bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza".

El peluquero que lavó su honor con la sangre de un compañero, perdió también la suya el 4 de Julio de 1752 cuando fue ahorcado por mandato de la Real Audiencia, por su confesada autoría del homicidio de Vicente Martres.

Al abordar la relevancia del honor en la sociedad chilena de aquel siglo, la autora hace hincapié en aquellas aspiraciones individuales de honor que sólo eran consideradas como tal si lograban ser reconocidas socialmente: la ambigüedad de un honor que en unas circunstancias podía ser patrimonio de todos y en otras lo era sólo de algunos. 

Hace 100 años —recuerda en un reportaje Antonio Martín Escorza, para el Diario "El Mundo"— el derecho de réplica a los periodistas consistía en retarles. Tanto que en algunas redacciones se daban clases de esgrima. Hubo varios duelos sonados. Rebuscando en libros de la época y anecdotarios, he dado con algunos muy curiosos.

 

Célebres duelistas

—Conde de Romanones. El aristócrata y político no sólo se batió con Alberto Boch. También retó al director de "La Época", Alfredo Escobar , que suspendió su luna de miel para acudir al lance. Además fue padrino o juez en otros duelos.

—Cánovas. En 1849, siendo director de "La Patria", el futuro artífice de La Restauración tuvo que batirse en duelo con el director de "El Heraldo", José Joaquín de Mora. Cánovas tenía fama de buen tirador e irió al adversario sin matarle, por lo que cosechó grandes réditos entre las damas, siempre dispuestas a rendirse ante un caballero.

—Valle–Inclán. La reyerta en la que quedó manco comenzó por un quítame allá esas pajas del dramaturgo con un crítico literario a causa de distintas opiniones sobre el duelo entre un portugués y un español. La disputa llegó a las manos y Valle Inclán acabó con una pequeña herida en la muñeca izquierda. Las condiciones higiénicas en 1899 no eran las óptimas y al escritor se le declaró la gangrena.

—Miguel Primo de Rivera. El hijo del dictador, del mismo nombre, hermano del fundador de Falange y futuro ministro de Franco se batió en Pamplona en 1930 con un capitán de artillería. Defendía la memoria de su padre. El lance terminó con arañazos leves.

FOTO: Duelo en "Pasión de los fuertes" de Ford

Martín Walker escribió con sentido que poca gente está a favor de esta anacrónica costumbres, porque nada resuelve, no da la razón forzosamente al ofendido, sino al más fuerte o al más débil. Pero lo cierto es que a pesar de las leyes que lo prohibieron, el duelo persisitió hasta principios del siglo XX. Quienes se han detenido en el estudio de esta costumbre, recuerdan el que tuvo lugar en Florencia el 30 de Noviembre de 1883 y que tuvo como protagonistas a dos coroneles del ejército italiano. Uno de ellos era propietario de un gallo que por las noches no le dejaba pegar ojo al otro.

Duelos curiosos

El aventurero Davy Crokett por desavenencias en ciertos tratados con los indios, fue retado a duelo por Joseph Wright, alcalde de Ohio. Era costumbre entre los duelistas que el ofendido eligiera el arma y Crockett eligió el arco indio, con lo cual el enfrentamiento jamás llegó a celebrarse. El investigador Louis Pasteur, mantuvo una fuerte polémica con un famoso duelista, llamado Casagnac, quien enseguida le desafió a duelo. Pasteur aceptó y al ser el ofendido y como le tocaba elegir arma, eligió un par de hermosas y suculentas salchichas, una de las cuales estaba infectada con triquina. El asunto consistía en comérselas. Tampoco se llevó a cabo tan simpático duelo.