La leyenda del tesoro de la fuente de la Espina
En lo alto de la Peña Tremaya, cerca de la fuente conocida como la Espina, cuenta la tradición que vivieron hace siglos dos enigmáticos nobles: el Conde Munio y la Condesa Elvira. Nadie sabía de dónde habían venido, pero sus riquezas eran incontables, y su oscura presencia llenaba de temor a las gentes de los alrededores. Decían que el conde poseía un pacto con fuerzas infernales, y que Elvira, con su belleza etérea, era la guardiana de secretos tan antiguos como las montañas mismas.
Un día, sintiendo que su tiempo en este mundo llegaba a su fin, los condes decidieron esconder su fortuna para que nadie pudiera reclamarla. Eligieron una gran roca junto a la fuente de la Espina, un lugar donde el agua siempre manaba fría y cristalina, pero al que pocos se atrevían a acercarse al anochecer, pues se decía que extrañas voces susurraban en el aire. Allí, bajo aquella peña, ocultaron su tesoro: cofres repletos de monedas de oro, joyas de incalculable valor y pergaminos escritos en lenguas olvidadas.
Con el paso del tiempo, los condes desaparecieron sin dejar rastro, pero la leyenda del tesoro permaneció. Años después, los habitantes de Tremaya, animados por el deseo de romper la maldición y hacerse con la fortuna, decidieron unir fuerzas. Un caluroso día de verano, se reunió todo el pueblo al pie de la Peña Tremaya, y con gran esfuerzo lograron mover la pesada roca. Cuando la peña al fin fue levantada, bajo ella se reveló una cámara secreta iluminada por un extraño resplandor dorado. Dentro, los cofres prometidos brillaban con un fulgor casi sobrenatural. Los presentes, enmudecidos por la visión, se prepararon para tomar lo que creían suyo por derecho. Sin embargo, justo cuando el más valiente de los hombres extendió su mano para agarrar una moneda, el suelo bajo sus pies tembló violentamente.
De repente, la peña, como si tuviera vida propia, se desplomó de nuevo, hundiéndose más profundamente en la tierra, y con ella el tesoro desapareció para siempre. Algunos dicen que fue el conde Munio, quien, desde el más allá, reclamó lo que le pertenecía. Otros creen que la montaña, protectora de sus secretos, se negó a entregar sus riquezas a manos humanas.
Desde entonces, la fuente de la Espina sigue brotando inmutable, y la Peña Tremaya se alza como un vigilante silencioso. Los más ancianos del pueblo advierten a los curiosos que no intenten buscar el tesoro, pues aseguran que quien lo haga despertará la ira de los antiguos condes y sufrirá el mismo destino que aquel valiente hombre: ser devorado por la tierra.
Y así, el tesoro de la peña Tremaya sigue siendo un misterio que alimenta los sueños y temores de quienes escuchan esta antigua leyenda.
Última actualización, Mar2025 | +510 👀
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