Aunque ahora por todas partes se alzan en contra voces de enconados expertos, me deja perplejo el revuelo que se ha armado por la intención de cambiar las puertas de la catedral de Burgos. Algo tendremos que aportar con el aire actual que hable de nuestro paso por la historia. Hay muchos ojos vigilando desde todos los sectores para poner su nota, o su grito en el cielo, así se cambien, se pinten, se reparen o, como en este caso, se coloquen unas puertas nuevas, encargadas al artista manchego Antonio López. Y eso que estamos hablando de unas puertas que están deterioradas y carecen de valor artístico. Pero el revuelo ya está montado y el organismo que lo nombró Patrimonio de la Humanidad ya ha amenazado con retirar el nombramiento si se les ocurre colocar unas puertas nuevas, con sus motivos y dibujos, que no serán unas puertas al uso y quieren ser “la mayor aportación al templo" en 200 años. Todo será probar, si están ya hechas, y volver a reponerlas si la sangre llega al río, que, aparentemente, tampoco pintan mal las que han simulado del reconocido y laureado artista de Tomelloso, miembro de la Real Academia de San Fernando y Premio Príncipe de Asturias en 1985. Filólogos, escultores, artistas se han opuesto a este cambio, pero nadie aporta soluciones, como si el artista al que se le ha encargado no estuviera a la altura y todos quisieran analizar una obra que todavía no se ha visto. Como defiende el ecónomo Vicente Rebollo, creo que esto sería un revulsivo para Burgos y ya estoy viendo los titulares: El artista Antonio López deja su impronta en las nuevas puertas de la catedral de Burgos.

Mientras contemplo la ciudad desde las ruinas, intento rescatar las batallas vividas en aquella ciudad considerada Cabeza de Castilla. Recuerdo las palabras de la guía: “Hay que ponerse las gafas de la época”, para buscarle sentido a tantas historias como nos han llegado, escenas que se pierden de tantas veces como se contaron, o que se tergiversan dado la cantidad de personajes que intervienen en ella. Visita obligada a la Casa del Cordón, palacio que fuera de los Condestables de Castilla, en la plaza del Mercado Mayor donde mandaban a las fuentes manar vino en las celebraciones importantes. En 1497 los Reyes Católicos reciben a Cristóbal Colón que vuelve de su segundo viaje a América. Todo ha cambiado tanto que lo que se consideró una gesta durante cientos de años está a punto de ser devorado por las nuevas generaciones que no lo reconocen ni en los libros de historia. Y, cosa importante, que nadie se pone las gafas del momento, tan necesarias para entender su vida y seguir con la nuestra.

Para que la memoria no se confunda y me juegue una mala pasada algún día -tal fue mi impresión al visitarlo-, hago que nazca allí uno de los personajes de mi novela: “Castilla, una nación, una misión, un gran amor”. Lerma, al sur de la provincia y su Palacio Ducal hoy convertido en Parador Nacional; Poza de la Sal, patria del naturalista español Félix Rodríguez de la Fuente; Castrojeriz, un hito del Camino de Santiago francés a su paso por Burgos; Oña y su espectacular monasterio; Santa Gadea del Cid, muy cerca de Pancorbo; Caleruega, patria de Santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos; Covarrubias, un buen ejemplo de la arquitectura rural castellana y Orbaneja del Castillo, el pueblo más visitado en los últimos años. En una de las visitas seguimos el camino que asciende hasta una especie de cornisa natural desde la que se divisa un increíble paisaje: el Cañón del Ebro y el caserío de Orbaneja descolgándose arracimado por las empinadas laderas tobáceas.Muchos rincones donde el tiempo parece haberse detenido y donde no falta su puente, su castillo, su iglesia, un profuso patrimonio histórico que podéis encontrar desarrollado en los pueblos más bonitos de España y pueblos con encanto de mi blog Curiosón. Nos encontramos en la provincia de España con mayor número de municipios, 371, agrupados en siete partidos judiciales. Algunos historiadores apuntan a la comarca de Las Merindades como el origen de Castilla. En Valpuesta, en el valle de Valdegovía, entre Miranda y Villarcayo, se encuentran los famosos Cartularios, documentos con los textos más antiguos que se conocen. Mi deseo de conocer los pueblos que voy subiendo al blog, me ha llevado los últimos años a muchos lugares de Burgos con trazados e historias que no pueden explicarse si no te plantas en ellos. La diversidad paisajística, la arquitectura, las rutas que se han ido habilitando en su entorno, todo es una ventana inmensa a una historia que está latiendo con fuerza en los últimos tiempos, que está latiendo cerca, que pide nuestra complicidad para seguir viviendo.